viernes, 7 de septiembre de 2012

EL MIEDO UNIVERSAL

TRISTÁN ...



Tristán es un niño normal. Hace "cosas de niños", como dice su padre, aunque su madre se empeñe en asegurar que cada vez hace cosas más raras. A sus 6 años, durante el día Tristán va al colegio, corretea por todas partes, salta, juega a superhéroes... y, aunque se caiga, aún está tan cerca del suelo que pareciera de goma: no importa lo aparatosa que parezca la caída, al final siempre se levanta aunque sea con las rodillas en carne viva. Al principio llora, por el susto, pero después se levanta y vuelve a lo suyo como un valiente.

Sin embargo, cuando acaba el día la cosa cambia. Tristán pierde la valentía y, como niño que es, tiene miedo. "No hay que avergonzarse", le dice su abuelo, "todos los superhéroes tienen debilidades". La suya es el monstruo del armario y el de debajo de la cama –el hombre del saco y el coco están caducados–. Todas las noches su madre debe cerrar bien el armario y comprobar que bajo la cama todo está en su sitio. Su hermano Samuel le pincha mucho por ello, cosas de hermanos. Lo que Tristán no sabe es que Samuel también tuvo miedos y todavía hoy los tiene, aunque él piense que con 10 años uno ya no le teme a nada. Hasta yo los tuve.

Lo cierto es que a esas edades todo se reduce a un único miedo: la oscuridad, el miedo universal. Porque a la luz del día, bajo la cama sólo encontramos los zapatos y en el armario no hay más que ropa. Pero el miedo no se va por muchos años que tengas, sólo cambia, y si no me crees pregúntale a cualquier adulto: le temen al dolor, la pérdida, la muerte... pero no a la oscuridad porque, con la edad, le vamos cogiendo el gusto a la noche.


SMMC


Cartesdefum@hotmail.com

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